#Ciencia | Hallan en Irak un inmenso toro con alas de hace más de 2.700 años en un estado increíble. Una espectacular estatua que fue escondida en los años 90 para protegerla, ha sido ahora desenterrada en la actual Khorsabad, Irak. La estatua alada es magnífica y se encuentra casi intacta.
Morelia, Michoacán a 29 de diciembre de de 2023.- Los arqueólogos han desenterrado una espectacular escultura de una deidad con forma de toro alado -un lamassu-, una encarnación de una deidad protectora asiria, que generalmente se representa con una cabeza humana, alas de águila y un cuerpo similar al de un toro o un león.
La espectacular estatua que fue escondida en los años 90 para protegerla, ha sido ahora desenterrada en la actual Khorsabad, Irak. La estatua alada es magnífica y se encuentra casi intacta.
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A pesar de sus dimensiones, pues la escultura hecha de alabastro pesa 18 toneladas y mide 3,9 metros de altura, un tamaño que sólo suele encontrarse en Egipto o Camboya, se encuentra prácticamente intacta y eso que tiene 2.700 años de antigüedad. Sólo le falta la cabeza, según ha anunciado la Junta Estatal Iraquí de Antigüedades y Patrimonio (SBAH). La pieza faltante ya estaba en posesión del Museo de Irak en Bagdad después de haber sido confiscada a los contrabandistas por los agentes de aduanas en los años 90. La cabeza humana, solía presentarse con barba y adornada con un tocado con cuernos, que simboliza la inteligencia y la sabiduría; mientras tanto, el cuerpo del toro o del león representaba fuerza y poder, y las alas de águila significan que posee una naturaleza divina.
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La nueva excavación fue realizada por un equipo conjunto iraquí-francés dirigido por Ahmed Fakak Al-Badrani. El arqueólogo francés Pascal Butterlin, profesor de arqueología de Oriente Medio en la Universidad de París I Panteón-Sorbona, dijo al canal de televisión France24: “Nunca antes había desenterrado algo tan grande en mi vida”.
Según los expertos, el monumento formaba parte de una de las puertas que rodeaban la antigua ciudad de Dur Sharrukin. Este dios, una divinidad protectora principalmente de la mitología asiria, solían guardar las puertas de las ciudades o palacios y, según cuentan las leyendas, infundían temor y respeto a los enemigos. Esta intrincada pieza de artesanía asiria fue encargada por el rey asirio Sargón II en 721 a. C. para proteger la ciudad capital de Khursbad. El destino de la ciudad, sin embargo, se vio alterado tras la desaparición del hijo de Sargón II, Senaquerib, quien trasladó la capital a Nínive, dejando sin terminar la construcción de Khursbad.
Gracias a que la escultura fue de nuevo enterrada en la década de 1990 para conservar los restos en medio del caos de la Guerra del Golfo, se pudo salvar de la pérdida, especialmente considerando la posterior destrucción de gran parte de Khursbad por parte de ISIS en 2015.
Deidad protectora
Las antiguas civilizaciones de Mesopotamia, que abarcaban los actuales Irak, Siria y partes de Turquía e Irán, fueron la cuna de la civilización humana. Entre las muchas contribuciones de estas sociedades (sumerios, acadios, babilonios y asirios) no solo se encontraron avances en la escritura, el derecho y la agricultura, sino también un panteón de deidades y seres sobrenaturales. Una de esas criaturas, el Lamassu, destaca como símbolo de protección y poder, grabado en piedra e inmortalizado en los anales del arte y la mitología. Los Lamassu normalmente se representaban en parejas, actuando como guardianes en las entradas de palacios y ciudades. Estaban orientados para mirar al visitante que se encaminaba al edificio, creando un espectáculo impresionante que transmitía el poder y la protección del rey gobernante.
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